Nuestra segunda fiesta anual donde hacemos memoria de todo el trato con el cual el Señor nos formó, ministerialmente hablando, como iglesia. La inaguración de este edificio, en agosto de 1994, marcó el final de un proceso espiritual con nosotros, y la apertura de uno nuevo al cual, seguimos con gozo, en pos de él.
“Ahora estarán abiertos mis ojos y atentos mis oídos a la oración en este lugar; porque ahora he elegido y santificado esta casa, para que esté en ella mi nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán ahí para siempre” – 2Crónicas 7:15-16 R60
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