Desde finales del año pasado hemos visto un orden en las naciones y lugares que han estado por décadas cerrados al Santo Evangelio, las que ahora, en este tiempo, serán puertas abiertas para que entre la salvación. En el año once reinó la desorganización e inestabilidad en las naciones, tal como Dios lo anunció, para ahora Él establecer su orden.

Detengámonos un momento y hagamos una valoración cualitativa del número 12, a través de lo que revela la Santa Biblia. El número doce es parte de los cuatro números llamados perfectos, los cuales muestran la perfección de divina es cuatro aspectos fundamentales, como son: Su persona, Su ser, Su orden y su reino. El primero de estos números es el 3, el cual revela la perfección divina: Padre, Hijo y Espíritu Santo, pacto eterno. El número 7 es la perfección espiritual. El número 10 habla de la perfección del orden divino; y el número 12 muestra la perfección del reino de Dios o perfección gubernamental.

Cuando la Biblia habla del doce casi siempre hace alusión a gobierno, a reino, a régimen. Por ejemplo, Dios cuando constituyó a su pueblo Israel lo hizo con doce tribus que representan a los hijos de Israel.  Y aun cuando Israel adoptó a los hijos de José, no se perdió el doce, porque entonces se hablaba de las medias tribus de Manasés y de Efraín, y a José no se menciona. Todo lo referente a los hijos de Israel se representa con el doce. Por ejemplo doce espías; doce columnas del templo; doce piedras, doce varas conforme a las casas de las tribus de Israel; Salomón dividió el reino en doce provincias y sobre ellas puso doce gobernadores. La misma simbología la encontramos en el Nuevo Pacto, cuando el Señor Jesús se refirió doce legiones de ángeles que representan al gobierno perfecto de los ángeles, el ejército perfecto de Dios, en el caso que quisiera ser librado de la muerte. También, Él eligió doce discípulos que luego fueron constituidos en doce apóstoles, quienes también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Es decir que el Nuevo Pacto va a reinar sobre el Antiguo pacto, los doce apóstoles sobre las doce tribus de Israel.

El año pasado vimos que uno de los significados del 11 es que representa lo incompleto. Los hijos de Israel se descompletaron con la desaparición de José, y se completaron cuando este apareció, integrando nuevamente el 12. Así que José representa al 11 y al 12. De los doce apóstoles, Judas traicionó al Señor y descompletó el gobierno apostólico. Sin embargo, José desapareció cuando fue traicionado, mas Judas desapareció porque traicionó. Jose fue incluido en los doce cuando apareció, pero Judas perdió su obispado y otro lo sustituyó. Este año va a pasar lo mismo proféticamente. Dios va a quitar a personas en el contexto de la iglesia en general. La casa de Dios está edificada sobre doce columnas, por lo que aquellas columnas que se han debilitado y que están dañando el edificio de Dios serán removidas. No puede haber debilidad en el gobierno de Dios, y así como Judas se hizo indigno y perdió su obispado y otro tomó su lugar.

Hemos visto que en el gobierno secular,  regímenes de muchos años han sido derrocados, el Dios que quita y pone reyes anuncia que seguirá destituyendo, y así como en el mundo administraciones han sido removidas, también en la iglesia será quitado todo aquel que traicione el propósito divino. A muchos ministros se les romperá el manto, pero a otros le sucederá como a José, que aparentemente habían desparecidos, y ya no estaban en el panorama; estaban eclipsados, no se veían, pero estaban floreciendo en lo oculto, y nadie sabía de ellos. De momento estos hombres y mujeres de Dios que muchos ya hacían “muertos”, que muchos pensaban que nunca más tendrían ministerios, aparecerán en el panorama como José, para ser preservadores de pueblos y de propósitos. El Dios que quitó en el 11 va a completar en el 12. Y de la forma como apareció José, vara fructífera que fructificó en tierra ajena, aparecerán ellos. Esos siervos de Dios que como José, fueron calumniados, traicionados por sus propios hermanos, aparecerán como la estrella de Belén que alegró el corazón de los magos al rencontrarla, o como se alegraron los hermanos de José al ver que su hermano vivía, y de la misma manera nos alegraremos nosotros al ver a esos ministros floreciendo, preservando y siendo respaldados por Dios.

De igual forma, el doce aparece como gobierno en la naturaleza. Vemos que en el Principio creó Dios el sol para que se enseñoreara de día, y a la luna para que enseñorease de noche. El año está dividido en doce meses. El día tiene doce horas y la noche doce. En el día es el sol que determina el tiempo para nosotros, y la luna en el caso de la noche. Dios gobierna cada día y cada noche y cada año y cada siglo, pues Él habita la eternidad y su dominio es sempiterno y su reino por todas las edades. Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. 2 Un día emite palabra a otro día, Y una noche a otra noche declara sabiduría. 3 No hay lenguaje, ni palabras, Ni es oída su voz. 4 Por toda la tierra salió su voz, Y hasta el extremo del mundo sus palabras. En ellos puso tabernáculo para el sol; 5 Y éste, como esposo que sale de su tálamo, Se alegra cual gigante para correr el camino. 6 De un extremo de los cielos es su salida, Y su curso hasta el término de ellos; Y nada hay que se esconda de su calor” (Salmos 19:1-6). Así lo hizo Dios, todo con entendimiento, todo con sabiduría. Cristo es el sol de justicia y es la luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo. Él es el sol de justicia que trae en sus alas salvación. Y si Cristo es el sol, la iglesia es la luna. Como la luna no tiene luz propia, sino que la recibe del sol, y la proyecta a la tierra en la parte oscura del día. Así la iglesia recibe luz de Cristo para alumbrar a este mundo que está en tinieblas. De día alumbra Cristo, de noche alumbra la iglesia, para eso nos hizo luz del mundo. La gloria de Dios ilumina la iglesia, y el Cordero es su lumbrera (Apocalipsis 21:23). La iglesia reina porque Cristo reina. Jesucristo es el Señor del tiempo. ¡Hoy es el día de Jehová!

Estos son los días de retribución, días donde las potencias de los cielos serán conmovidas y muy pronto veremos al Hijo del Hombre venir en una nube con poder y gran gloria (Lucas 21). Por lo cual, la primera instrucción que como casa espiritual recibimos en este año es que cada día, cuando salgamos de nuestros hogares, levantemos nuestras cabezas y miremos hacia arriba, al cielo, con expectación, para que se cumpla la palabra del Señor: Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca” (Lucas 21:28). ¡Aleluya! ¡El Dios del tiempo gobierna! ¡Hoy es el día de Jehová, y el año que empieza es el año de la buena voluntad de Jehová y el día de venganza del Dios nuestro! (Isaías 61:2).

En el año 2012, Dios cumple los versos que dieron vida a este ministerio de “El Amanecer de la Esperanza”: Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. 2 Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria” (Isaías 60:1-2). También en el mundo se cumplirá la palabra profética que Jehová habló por su siervo Isaías: El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos” (Isaías 9:2), porque el sol de justicia lo iluminará cada día; cada día de este año será visto el gobierno de Dios en la tierra.

Volviendo a la simbología numérica del 12, miremos un momento el reino de Salomón donde abundaba el doce. Tenía Salomón doce gobernadores que administraban sobre doce provincias; También hizo Salomón un mar de fundición para que los sacerdotes se lavaran en él, el cual estaba asentado sobre doce bueyes, tres de los cuales miraban al norte, tres al occidente, tres al sur, y tres al oriente (1 Reyes 7:25-26; 2 Crónicas 4:6). También hizo Salomón un gran trono de marfil cubierto de oro el cual estaba en lo alto de seis gradas, y en cada una de ellas había dos leones, uno a cada lado, los cuales sumaban doce (1 Reyes 10:18-20). Podemos afirmar que el reino de Salomón era un reino de gloria, y donde hay gloria reina el gobierno de Dios.

Solo el gobierno de Cristo, donde también prevalece el doce, sobrepasa al de Salomón, en la tierra y en el cielo. Por ejemplo, la gran ciudad santa de Jerusalén, que vio Juan descendiendo del cielo, de Dios, tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel; el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero. La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales, totalizan doce (Apocalipsis 21:9-27). También los 144 mil sellados, representan a doce mil sellados de cada tribu de Israel (Apocalipsis 7:4). En el reino de Salomón, todo era de oro finísimo, lo cual representaba la excelencia de este reino, en el cual Dios había dado riquezas y sabiduría en exceso, pero en el reino de nuestro Señor Jesucristo, todo fue hecho, no de oro finísimo, sino de oro puro. El templo de Salomón  tuvo gloria, pero en la ciudad del Gran Rey la gloria de Dios habita en ella y es la que ilumina y brilla en ella. El reino de Salomón fue un reino de gloria y prevalecía el doce, o sea el gobierno; el reino de Cristo es un reino de gloria y prevalece el doce. Donde hay reino hay gloria y donde hay gloria debe haber reino, el reino está relacionado con la justicia y la justicia es obediencia a la voluntad de Dios. Nunca habrá gobierno si no se vive el reino de Dios. El reino de Cristo es un reino perfecto porque abunda la gloria de Dios.

Nota que donde abunda la gloria del reino de Dios, abunda el doce, y eso es una gran enseñanza espiritual para nosotros. Hoy en la iglesia se habla mucho de gloria, predican la gloria, oran por la gloria, proclaman la gloria, confiesan la gloria, pero nunca habrá gloria Dios si Dios no reina. Cuando Jesús dijo: “… he aquí el reino de Dios está entre vosotros” (Lucas 17:21), es el gobierno de Cristo, cuyo cetro es el cetro de justicia (Salmos 45:6). Justicia es obediencia a los mandamientos de Dios; justicia es todo aquello que está en armonía y de acuerdo a la voluntad de Dios. Cuando Juan rehusaba bautizar a Cristo, Él le dijo: “Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia” (Mateo 3:15). El reino de Cristo es un reino de obediencia. “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”  (Mateo 7:21-23). Donde gobierna Dios, está su reino, y por tanto es vista su gloria. Cuando prevalece el gobierno de Dios hay gloria de Dios, por tanto, si queremos gloria digamos: ¡Venga tu reino!

Este es el año del Reino de Dios, porque es el año del gobierno de Dios. En este año el conocimiento del reino se va a propagar y la tierra será llena del evangelio del reino de Cristo. Donde hay gloria hay gobierno, y donde hay gobierno de Dios hay gloria. Por eso la iglesia está en deplorables condiciones, porque no hay gobierno de Dios, sino que reina el hombre que es el espíritu de Saúl, quien siempre busca agradar al pueblo, y tiene en poco el obedecer a Dios. Donde reina el hombre no reina Dios. Solamente Dios reina donde se le obedece. La obediencia le facilita a Dios hacer con la iglesia lo que Él se ha propuesto hacer.

El Espíritu declara que este es el año del gobierno de Dios, donde Él va a reinar y va a imponer la vara de su poder a naciones y a la iglesia. Pero Él tendrá que doblegar e imponer su voluntad, pues muchos no quieren servirle voluntariamente, ¡Pero el Señor va gobernar! Una iglesia saludable es una iglesia vestida de sol, vestida de gloria, pero para esa iglesia ser una iglesia sana y gloriosa tiene que obedecer a Cristo. La desposada del Cordero tiene por doquier en su vestidura el doce, lo que significa que Jehová reina en la iglesia, en el pueblo que se ha sometido a Él voluntariamente en el día de su poder.  Una iglesia jamás será gloriosa si no prevalece en ella el gobierno de Dios. Si a Dios no se le obedece, y no nos sometemos a Él, y en nuestra vida personal, en nuestras familias y en nuestras iglesias, tomamos nuestras decisiones basados en nuestros criterios o en la filosofía que reina en el mundo y no según la Palabra o según Cristo. Entonces, si el Señor Jesucristo no reina, y si Él no reina no hay gloria. Es interesante esta enseñanza para nosotros porque Dios nos ha hablado, proféticamente, como casa de Dios, que el próximo edificio que vamos a construir va a representar la gloria de Salomón, y que será el tiempo más peligroso para nosotros porque Salomón tropezó con la gloria. Selah

En 1 Reyes 11:29-35, vemos el relato cuando el profeta Ahías silonita fue enviado por Dios a Jeroboam, pues Jehová había determinado dividir el reino de Israel, porque Salomón se había apartado de Dios y desvió su corazón a otros dioses. El profeta, al momento de profetizar, tomó la capa nueva que tenia sobre sí, y la rompió en 12 pedazos, diciendo: “… así dijo Jehová Dios de Israel: He aquí que yo rompo el reino de la mano de Salomón, y a ti te daré diez tribus…” (1 Reyes 11:31). Ese reino donde había autoridad de Dios y donde todos los reyes de la tierra estaban maravillados de su fama. Pero Salomón empezó glorificando a Dios, pero terminó adorando baales. Salomón se salió del gobierno de Dios, y Dios lo sacó de su reino. Y el Espíritu Santo insiste en que aplique esta Palabra diciendo que Dios hará lo mismo en el gobierno de la iglesia en general, en las naciones. El Señor confrontará a ministros que obedecieron por un tiempo, pero luego se deslizaron y volvieron al gobierno de los hombres, descaminando sus pasos, se han desviado, y así el Señor tomará los mantos de ellos y los romperá, por cuanto no reinaron en el temor de Dios ni le dieron gloria. Así como hizo con Salomón de la misma forma hará Dios con muchos ministros e iglesias por cuanto éstos han dejado a Dios, para seguir  la corriente de este siglo, la cultura eclesiástica evangélica que no necesariamente es la de Dios. Ministros que profesan ser de Dios y no lo son, aquellos que se dicen ser apóstoles y no lo son, Dios los va a desenmascarar. Jehová va a descubrir a congregaciones de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás, los va destituir, y dividirá sus mantos.

Nota que Salomón tuvo el respaldo de Dios hasta que se desvió, así muchos que tenían la autoridad de Dios, pero jugaron con su honra, y la tomaron para sí, serán deshonrados, y sus mantos divididos, y en su lugar estarán los verdaderos siervos de Dios. Ya veremos muchos nombres de famosos siendo avergonzados, destruidos, y derrumbados sus imperios. Hay quienes usan la autoridad de Dios para lucrarse, y hacen esclavos a los siervos de Dios, para engrandecer sus ministerios. Por eso vemos cómo la doctrina de la prosperidad ha traído muchos males al evangelio de Cristo, pero Dios aparecerá en un torbellino, con ira, con indignación, como hizo con Job, para pedir cuentas, y romperá muchos mantos y tronos humanos. Algunos como Saúl tratarán de asirse del manto, y lo rasgarán, porque ya fue determinado por Dios rasgar el “reino” de sus manos para dárselo a uno mejor que ellos (1 Samuel 15:28). Sí, grandes ministerios serán humillados, deshonrados, y sus iglesias divididas porque no dejaron gobernar al Rey de reyes y Señor de señores.  Todos esos que andan pomposamente serán vueltos atrás, y en extremo serán avergonzados y confundidos, pues toda planta que no plantó nuestro Padre Celestial será desarraigada. A muchos que Dios ha honrado poniéndolos en autoridad y gloria los juzgará, y sus mantos serán cortados y el Señor los va a destituir para sustituirlo. Será un año donde los centinelas que se hayan dormido en el muro serán relevados. Las vigías serán quitadas. Dios reina en obediencia.

El Señor viene con celo a establecer el orden en su iglesia. Dios va a imponer su voluntad en el año 2012 y cumplirá el salmo 110 y el Salmo 2, porque pondrá a su Rey en su Santo Monte, que es la iglesia, y le dirá a Jesús: Reina sobre las naciones. Pedirá cuentas el Señor tanto en lo que gobiernan en su iglesia como en el gobierno civil.

En este año 2012 se va a cumplir la experiencia de Nabucodonosor que se narra en el libro de Daniel, capítulo 2. Nabucodonosor hizo una estatua para que representara su reino, como un reino sin fin, rebelándose a Dios, quien ya le había revelado lo que vendrían después de él. Sin embargo, Dios le dio doce meses de gracia (como le da doce meses de gracia en el 2012 a la iglesia y a las naciones), pero cumplido el tiempo, en el momento en que se engrandeció, en ese mismo instante Nabucodonosor enloqueció. Luego Daniel describe que una gran piedra fue cortada, no con mano, la cual hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó, de tal manera que se los llevó el viento sin que quedara rastro alguno. Pero la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra, (Daniel 2:34-35), y esa piedra es Cristo, la roca inconmovible. De la misma manera, en este año Dios estará derribando y golpeando sistemas y administraciones. Este año se morirán unos cuantos hombres de renombres también, y no se lo atribuyan a la Agencia Central de Inteligencia ni el cáncer o al SIDA, sino al Dios de toda carne que se ha levantado de su trono a enjuiciar a las naciones y humillando a los pueblos.

En este año Dios va a golpear hasta destruir al dios de las riquezas, Mammon, y luego arremeterá contra la tecnología, contra Hollywood y todos los dioses de este siglo, con una obra extraña, bien extraña. Él va a llamar a las aves del cielo que vengan a Megido, a comer en Armagedón carne de reyes, porque va a derribar tronos y en la iglesia va a romper mantos y en el mundo va a derribar dioses y se los convertirá en plagas, hasta que sepan que Jehová es Dios. Y cuando el Señor  esté castigando a las naciones, el Espíritu te advierte iglesia: « ¡No te metas; échate a un lado!, porque se lo merecen, pues me dejaron a mí para irse en pos de sus dioses; y adoraron al lujo, a la pompa, a la vanidad, al placer, al sexo. Me dejaron a mí, para irse detrás de las ciencias, por tanto turbare al mundo científico y traerá confusión en los medios internacionales.

El año pasado, Dios me hizo mirar algo que había escrito en el año 1996, en medio de una gran tribulación que padecí por 120 días. Y en esa inspiración profética, empecé a escribir sobre México, lo que Dios me decía y que pensaba se cumpliría en ese año o el siguiente. El Señor me dijo: «Yo voy a castigar a México por su idolatría, y se volverá una nación ingobernable, va a ver violencia de todo tipo»>. Iglesia, no lo dudes, hay un Dios que reina y que tiene a los demonios para el día malo. Dios usa al diablo para castigar e incluso para probar como hizo con Job (Job 2:6). Él suelta los demonios de los abismos (Apocalipsis 20:3). Él usó un demonio para confundir a Acab con profetas mentirosos  (1 Reyes 22:20-23). Muchos tratarán de hacer alianzas, pero todo fracasará. El año 12 no solo va a ser el año de Jehová, sino el día Jehová. El tiempo de Dios no es un día de 24 horas, sino un periodo determinado en el cual sucederán cosas trascendentales en este planeta nunca antes vistas.

Dios, también, habla hoy a los piadosos, a aquellos que han tomado la cruz de Cristo y le siguen, a través de la alegoría de dos mujeres que representan a dos iglesias. Lucas 8:41 en adelante, nos muestra, primeramente, a una niña, como de doce años, que se estaba muriendo; y a una mujer que padecía de flujo de sangre por doce años, la cual había gastado en médicos todos lo que tenía, y por ninguno había podido ser curada. En la espera de la intervención divina, la joven moribunda muere, y la mujer que se está desangrando, llena de fe toca el borde del manto de Jesús, en medio de una multitud aplastante, y al instante sana.  El Maestro luego de interrogarla y ver que su fe la había salvado, entra en la casa de Jairo, y va donde la niña muerta y exclamó: “Muchacha, levántate”. Entonces, su espíritu volvió e inmediatamente se levantó. Esta es la aplicación:

Hay una iglesia joven, que tiene doce años, que está moribunda y murió; y una iglesia, mayor, que padece por doce años de una enfermedad, y sanó.  Así la iglesia ha buscado tanta ayuda y no la ha encontrado, pero en el año doce, logrará tocar el manto de Jesús, y virtud saldrá de él y ella sanará. La otra iglesia que está muerta a la que el Espíritu volverá a darle vida. El manto sanó a la iglesia enferma, y la Palabra resucitó a la iglesia muerta.

En este año 2012, el salmo 33 se cumplirá proféticamente: “Porque él dijo, y fue hecho; Él mandó, y existió. 10 Jehová hace nulo el consejo de las naciones, Y frustra las maquinaciones de los pueblos” (Salmos 33:9-10). El manto representa la autoridad divina, su poder. La Palabra simboliza al Espíritu que trae vida. Cuando Jesús habló por primera vez, a los doce años de edad, dijo: “… en los negocios de mi Padre me es necesario estar” (Lucas 2:49). Cuando estoy en los negocios de mi padre, la palabra  de Dios se cumple en mi vida. Este es el año de la Palabra, llenémonos de la palabra, estudiemos la Palabra,  meditemos en la Palabra, porque vamos a depender de toda palabra que salga de la boca de Jehová. Este es el año en que tendremos que confesar la Palabra y que necesitaremos fortalecernos en la Palabra. En los negocios de nuestro Padre nos conviene estar, porque al mirar al cielo, como Elías, veremos la nubecita que ahora no traerá agua, sino la gloria de Jehová. Levantemos nuestra cabeza, porque que nuestra redención está cerca. Amén.

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