“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén” (1 Pedro 5:8-11).

Llama mucho mi atención cómo los diferentes tipos de pinos pueden resistir bajas temperaturas en la estación de invierno, pues, prácticamente, son los únicos árboles que quedan con su follaje. La mayoría de los demás árboles, desde que llega la estación otoñal empiezan a deshojarse, y ya para el invierno quedan desnudos, sin hojas, y se ven peladitos, secos y sin vida. Los pinos, mientras tanto, se mantienen erguidos, verdes y hermosos, tanto así que los cortan y los ponen como árboles de navidad en las casas, y lo decoran con bolas, guirnaldas y luces, pero ellos mantienen su belleza y olor, perfumando toda la casa.

El invierno es la temporada más fría del año, donde parece que los días se acortan, porque las horas de luz solar se disminuyen y las noches se hacen más largas. La palabra de Dios nos compara con árboles, y nos llama árboles de justicia y plantío de Jehová (Isa 61:3). Siendo así, el invierno viene a ser la temporada fría en nuestras vidas, cuando el día es más corto, es decir, la claridad de las cosas no existe, no entendemos las circunstancias desfavorables que nos circundan, no comprendemos las crisis que estamos pasando, y hasta nos atrevemos a preguntar «¿Por qué?». En otras palabras, las adversidades parecen no terminar, y nos sentimos solos y desfallecemos cuando el viento recio de la prueba azota y pareciera que como árboles no vamos a resistir. Mas, si consideramos algo muy interesante que hace el pino (y esto me cautivó y habló a mi corazón) permaneceremos en el día malo.

    • Los pinos crecen en cualquier ambiente. Se adaptan desde terrenos arenosos, pobres y sin nutrientes a fértiles, con una buena insolación. En una superficie erosionada, como ocurre en las cimas de las montañas, sus raíces se aferran VIGOROSAMENTE a las piedras más profundas, en un intento exacerbado por sobrevivir. Así nosotros, debemos aferrarnos a nuestra CRISTO, la principal piedra del ángulo (Efe 2:20), pues solo él nos sostiene, en lugar de recurrir al desánimo, a la depresión, al alcohol o a cualquier otra cosa perecedera y vana.
    • Los pinos buscan el agua, porque es la que los hace crecer (Isa 44:14). Hecho así, sus raíces succionan el agua ya sea de la lluvia o de la tierra. El agua representa la Palabra de Dios y es la que nos da el crecimiento en Dios. Esto nos habla de que solo con la Palabra podemos resistir a las “bajas” que tengamos. Leamos, estudiemos, escudriñemos, meditemos y apliquemos Su Palabra porque es el agua que sacia nuestra sed, en nuestros desiertos (1ra. Co. 10:4, Ef.6:13,17).
    • Muy interesante saber que los pinos tienen hojas que se agrupan en frondosas ramas y esto nos habla de congregarnos y estar unidos a nuestros hermanos (Sal 133:1-3), porque de esta manera nos calentamos y podemos soportar temporadas difíciles, en unidad, no dejando de congregarnos. (Heb10:25).
    • Además, los pinos, aún después de cortados mantienen su olor. Su madera es útil no tan solo en el área medicinal, sino para la decoración (yo soy testigo de esto) y con su madera se construyen muebles. Esto nos muestra que aun en su dolor, ellos perfuman el lugar donde vayan y son útiles. De la misma manera nosotros donde quiera que vayamos debemos, aun despedazados, llevar el olor grato de Cristo (2Co 2:15). ¡Gloria a Dios!

La Frase del Día…
“Lo que nos parecen pruebas amargas son a menudo bendiciones disfrazadas” – Oscar Wilde

Oración:
Padre, ayúdanos a deleitarnos en tu Palabra y a meditar en ella de día y de noche; en la temporada buena, pero también en la difícil; en nuestros hogares, pero también en la iglesia y en cualquier lugar que vayamos, para que seamos como árboles plantados junto a las corrientes de las aguas, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no cae, nada nos derrotará (¡aleluya!) y que todo lo que hagamos prospere, en el nombre de Jesús. Amén

Colaboración: Hna. Vianelli Ortiz

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  1. 2 April, 2024

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